miércoles, 20 de febrero de 2013

Cervantes y América

CERVANTES Y AMÉRICA

            Ese año, 1590, resignado y convencido de que por lo menos, en lo que a él respecta, su destino está en las manos de Dios, opta por buscar nuevos y más dilatados horizontes en las Indias, alejándose de las mendaces covachuelas de la Corte, antes de que la podredumbre que emana de ellas emborronen su honra y dignidad.

          Viéndose , pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella gran ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio   y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, palo y cubierta de los jugadores a quien llaman ciertos los peritos en el arte, añagaza y remedio particular de pocos.

      Nuestro poeta tiene familiares en el Nuevo Mundo; su pariente Juan de Cervantes, tesorero de la iglesia de Tlascala en Méjico, y sabe de muchos que en aquellas feraces tierras han hecho fortuna; Felipo de Carrizales con cuarenta y ocho años, algo mayor que él, completamente arruinado se embarcó a las Indias y, pasadas dos décadas, regresó con un conspicuo patrimonio. ¿Por qué no probar? ¿Es qué la Corte, por una vez, no le iba a conceder un empleo digno, al que tenía derecho, que le permitiera rehacer su vida para gozar de una vejez tranquila y sin privaciones? ¿Es qué no se le merecía? Y si no volvía rico, podía volver santo, como Cristóbal de Lugo que en las Indias encontró la santidad bajo el nombre de fray Cristóbal de la Cruz.

   Dejar el ingrato y mal pagado cargo en Andalucía, encargado de las sacas de trigo y aceite para proveer a las armadas de Su Majestad. En este desagradable oficio, que no sólo no lo sacaba de la miseria, sino que lo sumergía en medio de una pandilla organizada de chanchullos, extorsiones y fraudes que, lo quisiera o no, le rozaban sin que pudiera evitar verse involucrado en acusaciones de estafa y aun de dormir en la cárcel, con evidente perjuicio de su ya de por sí precaria subsistencia material y espiritual.

            Pareceme hermano mío, dijo Auristela a Periandro, que los trabajos y los peligros no solamente tienen  jurisdicción en el mar, sino en toda la tierra…

   La ocasión de abandonar sus desagradables comisiones se le presentó en Sevilla, al informarse de las vacantes de la Contaduría del Nuevo Reino de Granada, la de Contador de las galeras de Cartagena de Indias, la Gobernación de la provincia de Soconusco (Guatemala) y la de Corregidor de La Paz.
   Eran puestos apetecidos y codiciados, dotados de un buen salario, sin contar los extras, gajes y otros beneficios que el cargo solía aportar, en mayor o menor cuantía, según las tragaderas y escrúpulos del oficiante. En general se recomendaba que estos cargos debían ofrecerse a los conquistadores pobres y sus descendientes, fórmula maleable e ideal para encubrir, legalmente, tejemanejes y prevaricaciones.
   Sin perder tiempo, preparó un Memorial  al rey adjuntando las Informaciones de Argel, solicitando una de dichas plazas. Se ha de reconocer que entre este Memorial y el que envió a Mateo Vázquez existen  notorias diferencias, en el tiempo y en el espacio, marcadas por circunstancias diametralmente opuestas, incluso en el estilo, pues el dirigido al Secretario real está escrito en verso, quizás con la idea de sorprenderlo agradablemente y esperando que lo aceptara como un reconocimiento, otra cosa es que fuera sincero, de las aficiones poéticas de Mateo Vázquez, indiscutiblemente un hombre culto.
   Por otra parte, el Memorial a Felipe II está elaborado por un hombre libre, mientra que el de Argel, trece años antes, es el de un prisionero siempre encerrado y cargado de cadenas. El Memorial, desde el cautiverio, es esencialmente una mezcla cáustica de denuncia y reproche, pero, sobre todo, un canto a la libertad, mientras que el que envía al rey es, principalmente, reivindicativo.
   El Memorial dice así:

            Señor: Miguel de Cervantes Saavedra dice que ha servido a V.M. muchos años en las jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veintidós años a esta parte, particularmente en la Batalla Naval, donde le dieron muchas heridas, de las cuales perdió una mano de un arcabuzazo – y el siguiente fue a Navarino y después a la de Túnez y a La Goleta; y viniendo a esta corte con cartas del señor Don Juan y del Duque de Sessa para que V.M. le hiciese merced, fue cautivo en la galera del Sol él y un hermano suyo, que también ha servido a V.M. en las mismas jornadas y fueron llevados a Argel, donde gastaron el patrimonio que tenían en rescatarse y toda la hacienda de sus padres y los dotes de dos hermanas doncellas que tenía, las cuales quedaron pobres por rescatarse y toda la hacienda de sus padres los cuales quedaron pobres por rescatar a sus hermanos; y después de libertados, fueron a servir a V.M. en el Reino de Portugal, y a las Terceras con el Marqués de Santa Cruz, y ahora al presente están sirviendo y sirven a V.M. el uno de ellos en Flandes de alférez, y el Miguel de Cervantes fue el que trajo las cartas y avisos del Alcayde de Mostagan y fue a Orán por orden de V.M.;  y después ha asistido sirviendo en Sevilla en negocios de la Armada, por orden de Antonio de Guevara, como consta por las informaciones que tiene; y en todo este tiempo no se la ha hecho merced ninguna. Pide y suplica humildemente cuanto puede a V.M. sea servido de hacerle merced de un oficio en las Indias, de los tres o cuatro que al presente están vacos, que es el uno la Contaduría del Nuevo Reino de Granada, o la Gobernación de la provincia de Soconusco en Guatemala, o Contador de las galeras de Cartagena, o Corregidor de la ciudad de La Paz; que con cualquiera de estos oficios que V.M. le haga merced, la recibirá, porque es hombre hábil y suficiente y benemérito para que V.M. le haga merced, porque su deseo es a continuar siempre en el servicio de V.M. y acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello recibirá muy gran bien y merced.

Miguel de Cervantes Saavedra.
A 21 de Mayo de 1590.
Al Presidente del Consejo de Indias.

   Reunido el Consejo, se acordó denegar la solicitud, diciéndole: busque por acá en que se haga merced. (En Madrid, a 6 de Junio de 1590. El Dr. Núñez Morquecho).

   Que la decisión es injusta no cabe la menor duda, aunque habrá que felicitarse de la estulticia del Consejo de Indias que la Providencia compensó pródigamente con la fecunda dedicación de Cervantes a la novela, la comedia, la poesía y los entremeses.En esas fechas, el Consejo de Indias estaba constituido por:

   Presidente: D. Hernando de la Vega y Fonseca. Consejeros: Licenciado D. Diego Gasca de Salazar.- Licenciado Medina de Zarauz.- Licenciado D. Luis de Mercado.-Doctor Pedro Gutiérrez Florez.- Licenciado Pedro Díez de Tudanca.- Licenciado Benito Rodríguez Valtodano.- Licenciado Agustín Álvarez de Toledo, y Relator Doctor Núñez Morquecho.

   La histórica Comisión que estudió la petición de Cervantes y acordó su denegación, estaba formada por Su Señoría y los Señores Gasca, Medina, don Luis, el doctor González Florez, Tudanca, Valtodano, Agustín Álvarez de Toledo y el doctor Núñez Morquecho. 
  
   El Memorial es la exposición escueta y resumida de una brillante hoja de servicios a V.M. durante veintidós años, por mar y por tierra: Lepanto (La Batalla Naval), Navarino, Mostagán y Orán, que son, debían ser, avales sobresalientes para que hubieran tenido otra clase de acogida y de respuesta por tan alta institución. Del mismo se deduce, además, que durante su estancia en tierras lusitanas recibió, por Real Cédula, y seguramente a través de la mediación de Mateo Vázquez, la provisión de importantes y secretas misiones en Orán y Mostagán, de las que apenas si sabemos algo más de lo que se transcribe y de lo que se trasluce en la Real Cédula expedida en Tomar el 21 de mayo de 1581, en la que se ordena a Lope de Giner que le entregue a Cervantes cincuenta ducados, que montan dieciocho mil setecientos ducados, a cuenta de los cien que se le debían pagar teniendo consideración que iba a ciertas cosas del Real servicio.
   De acuerdo con lo que en la citada Real Cédula se establece, Cervantes se embarcó en Cartagena con destino a las plazas africanas para el cumplimiento de la misión encomendada, y así parece confirmarlo el Libro de Cuentas del mencionado Lope de Giner, pagador de las Armadas de S.M., en la ciudad de Cartagena, donde se dice en 26 de junio pagué, por Cédula de Su Magestad, á Miguel de Cervantes, vecino de Cartagena, digo estante en Cartagena, su fecha en Tomar á 21 de mayo de 1581, dieciocho mil setecientos cincuenta maravedís.

Alberto Casas.- Miguel de Cervantes. La ciencia de los marineros y el arte de navegar. (Capítulo VI, pags. 73-80)


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