miércoles, 3 de abril de 2013

LA CARTA VATICANA DE MARTÍN ALONSO PINZÓN

Alberto Casas.

            Martín Alonso Pinzón es, pese a quien pese, una de las grandes figuras de la Historia por su decisiva y concluyente colaboración con Cristóbal Colón en la gran empresa descubridora, incluso en el orden económico, pues aportó el dinero que faltaba para el apresto de las naves y el adelanto de los salarios de la marinería enrolada:

Con el principal, Martín Alonso Pinzón, comenzó Cristóbal Colón su plática, rogándole que fuese con él a aquel viaje y llevase a sus hermanos y parientes y amigos, y sin duda es de creer que le debía prometer algo, porque nada se mueve sino por su interés y utilidad.

Más adelante dice que

Martín Alonso, que era muy animoso y en las cosas de la mar bien experimentado.

   Así se expresa en su Historia de las Indias Bartolomé de las Casas que no se distingue, precisamente, por su simpatía hacia el patriarca de los Pinzones, del que manifiesta que

El dicho Martín Alonso, cosa es verosímil y cercana a la verdad, según lo que yo tengo entendido, prestó sólo a Cristóbal Colón, el medio cuento (500.000 mrs.) o él y sus hermanos.

El propio Colón, el día 6 de agosto de 1492, anota en el Diario que

Martín Alonso Pinzón era persona esforzada y de buen ingenio.
  
   Estas y otras cosas han procurado los colonistas ocultar o minimizar, como el consejo, el 6 de Octubre de 1492, de variar el rumbo unos grados más al sur, fecha que, con sus correspondientes acaecimientos, don Hernando Colón deja en blanco, manipulando el Diario haciendo ver que se trata de una decisión del Almirante y que llevó a cabo el día siguiente.  

  
Todos los medios han sido válidos para marginar e incluso calumniar a Martín Alonso con el propósito de que nada ni nadie puedan enturbiar la gloria del Descubridor, convirtiéndolo en el exclusivo protagonista de la gesta, negando parte de la gloria a quienes tienen un lugar en la Historia. Llama la atención la clara e inmediata predisposición de Martín Alonso de unirse a Colón y afanarse en el reclutamiento de las tripulaciones y el fletamento de las naves, determinación que en gran parte se achaca a la célebre Carta Vaticana que trajo de Roma en uno de los viajes marítimos que hizo a esta ciudad, transportando sardinas embarricás, higos secos, cazón salado y otros productos, en la que se daba apuntamiento de regiones y provincias, sacadas del mapamundi del Papa (Pleitos colombinos).
   Para algunos historiadores (¿), la Carta eran una invención urdida por fr. Juan Pérez en connivencia con Colón como medio de convencer a Martín Alonso y lograr su participación, acabando a la vez con las reticencias de los palermos a embarcar con un extranjero a quien ninguna persona conoscía; otros se amparan en la necesidad de asumir una duda razonable, en razón de los muchos viajes comprobados que realizó a Italia (declaración de Hernán Pérez Mateos y otros. Octubre, 1515), algunos de los cuales con mercancías destinadas al Vaticano, hizo posible que entablara cierta amistad con un bibliotecario que le facilitó copia de un documento que se encontraba en la librería del papa Inocencio VIII (uno de los muchos padres que se le atribuyen a Colón) y fue, precisamente, el que dio el título de “Católicos” a la reina Isabel y a don Fernando; Inocencio VIII falleció el 25  de julio de1492, pocos días antes de la partida de las naves descubridoras. El bibliotecario era un familiar criado del Papa y era grande cosmógrafo. En la citada escritura, de los tiempos de Salomón, se decía:

Navegarás por el mar Mediterráneo fasta el fyn de España, e de allí al poniente del sol, entre el norte e el mediodía, por vía temperada, fasta noventa e cinco grados de camino, y hallarás una tierra de Sypanso, la qual es tan fértil e abondosa que con la su grandeza sojudgará a Africa e a Uropa.

   La existencia real de este documento fue investigada por el Fiscal Real en las Probanzas de los Pleitos Colombinos, especialmente las  celebradas en 1515 en las villas de Sevilla, Lepe, Huelva y Palos:
                                    
Ytem si saben que quando el Almirante fue a descobrir aquellas partes, Martín Alonso Pinzón, vecino de Palos, estava para irlas a descobrir a su costa con dos navíos suyos, e tenia noticia cierta y escrituras de la tierra, las cuales avía avido en Roma en la librería del papa Inocencio VIII en aquel año que abía venido de Roma, e avía puesto en plátyca de las ir a  descobrir e lo alimentaba.

   Fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias menciona la existencia de estas escrituras que hacían mención de las Indias. 
  
   Fueron varios los testigos que declararon haberlo conocido, como Alonso Rodríguez de la Cava, Martín Martinez, que además aseguró haber visto platicar sobre el mismo a Martín Alonso y Cristóbal Colón; Juan de Ungría, Manuel de Valdovinos y Antón Fernández Colmenero que fue en el citado viaje y dice haberlo leído; Luís de Valle afirma que lo de la escritura era público y notorio en la villa de Palos, y Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, que también estuvo en Roma, añadió que su padre tenía la intención de aparejar dos naves para navegar al poniente de acuerdo con lo contenido en la carta, pero que al llegar a Palos se encontró con que ya la expedición estaba ordenada por los Reyes Católicos y al mando de Colón. Finalmente, el largísimo proceso (28 años) terminó en una componenda francamente favorable a los intereses de la Corona. El principal testigo, Martín Alonso, había muerto misteriosamente, sobre finales de Marzo o principios de Abril, cuando se disponía a viajar a Barcelona para rendir cuentas a los Reyes Católicos, y, curiosamente, a partir de entonces el   Almirante jamás volvió a nombrarlo ni para bien ni para mal: A los herederos del marino de Palos se les indemnizó con una sustanciosa cantidad a cambio de renunciar a los derechos que les correspondían a favor de la Corona de Castilla y al emperador rey don Carlos nuestro señor, según constaba en cierta escritura que tenía el dicho Martín Alonso Pinzón sobre el descubrimiento de las Indias para que lo tenga y goce por suyo y como suyo….Madrid, a veinticuatro de agosto de mil quinientos treinta y cinco.
  
   ¿Estaba la polémica Carta Vaticana entre las escrituras que entregaron?

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