viernes, 27 de septiembre de 2013

EL GOLEM


Alberto Casas.

 Según la Cábala y el Talmud, es un ser fantástico animado que se forjaba a partir de manipular materia amorfa (embrión lo llaman algunos), tratando de descubrir y obtener el procedimiento y las técnicas de alfarería que Dios utilizó en la creación del primer golem, Adán, a  partir del barro al que le insufló vida, y además lenguaje, facultad en la que, repetidamente, fracasaron los alquimistas y rabinos, ya que los golems que salieron de sus manos todos eran mudos, o como mucho emitiendo sonidos guturales, tal vez porque no eran seres puros o estaban contaminados por el pecado.


  En la mitología griega, el titán Prometeo fabricó androides moldeándolos también con tierra y agua, materiales primarios, irreemplazables, pero dotándolos de inteligencia, lenguaje  y libre albedrío, cualidades que logró proporcionándoles el Fuego Sagrado que había robado a los dioses en el Olimpo. Zeus, realmente encolerizado, encadenó a Prometeo en una roca, dicen que de los montes del Cáucaso, al que diariamente y durante el día acudía un águila que le devoraba las entrañas que volvían a reproducirse por la noche, y vuelta a empezar el pajarraco la cruel tortura. Es así como empezó la historia de la humanidad, que Zeus se propuso destruir, ordenando al herrero Hefesto el Cojo, el dios Vulcano de los romanos, construir un golem femenino, una mujer muy hermosa a la que llamó Pandora, que envió a la Tierra para que se mezclara con los hombres mortales que la acogieron seducidos por su belleza y gentil comportamiento, enamorándose de ella Epimeteo que la solicitó en matrimonio, a pesar de que su hermano Prometeo le había advertido de que no debía aceptar ningún presente procedente del Olimpo. Pandora aportó como regalo de bodas una caja que no debía abrir, sabiendo Zeus que su curiosidad, finalmente, la impulsaría a conocer su contenido, como así fue, y apenas destapó la tapa del cofre salieron de ella todos los males que desde entonces afligen a la humanidad: enfermedades, miserias, crímenes, odios, tormentas, terremotos, etc. Para muchos cabalistas, filósofos y sabios, la afinidad entre Pandora y la Eva bíblica es demasiado evidente.
   La polémica creación y existencia de estos seres singulares está recogida en el Sepher Yesira’ (Libro de la Creación) de Yehuda ben Barzilay, donde se explica que conforme avanza el tiempo, el fantástico personaje crece cada vez más en altura y corpulencia, pero continúan sin hablar aunque entienden todo lo que se les dice y obedecen todo lo que se les manda; carecen de sentimientos afectivos, ni se enamoran ni le atraen las mujeres, aunque son temibles cuando, sin motivo aparente, se enfurecen y destruyen lo que está a su alcance e incluso pueden atacar a personas.
   Forma parte de la tradición y la leyenda que el primer golem lo construyeron Ben Sira y su padre Jeremías, siguiendo fórmulas mágicas hebreas después de estudiar concienzudamente el Yesira` durante tres años y realizar múltiples pruebas, combinaciones y evocar sortilegios secretos. En diversos midrrahs se dan patrones, recetas y conjuros para la creación del extraordinario portento que fundamentalmente consisten, hay varias versiones, en recoger en un recipiente cierta cantidad de tierra virgen y agua pura; el agua se va vertiendo en una cucharilla, se prefiere de plata, sobre la que se va echando tierra a la vez que se sopla y se pronuncia una consonante del alfabeto hebreo con la cabeza inclinada hacia el suelo, y así sucesivamente, recitando oraciones ordenadas y las posibles combinaciones de las 22 letras consonánticas del alfabeto hebreo, y los 10 números, en grupos de dos en dos, de tres en tres, etc.; en este caso son necesarias 231, llamadas puertas.
   Formado el bruto (el Yesira’ habla de formar, de formación), se inscribe sobre su frente la palabra EMET (Verdad), que es la palabra que Dios pronunció al crear a Adán, y se borra el aleph quedando la palabra MET (Muerte), cuando se le quiere desactivar o reducir en polvo. El Talmud dice:

Doce horas tenía el día; en la primera hora la tierra fue aglutinada; en la segunda se transformó él (Adán) en un Golem, una masa informe todavía; en la tercera fueron estiraos los miembros; en la cuarta se inspiró el alma; en la quinta se puso en pie…

   Lo que permanece en secreto son las cantidades exactas en peso y medida de agua y tierra a emplear, pues el mínimo error deshace el hechizo e incluso corre un grave peligro la vida del constructor. En otros midrahs la animación se produce introduciéndole en la boca un pergamino con el shem semaforash, o el nombre perdido de D-os, del que tan solo quedan cuatro letras impronunciables  y misteriosas, el Tetragrámaton YHWH.

  La historia o mito del golem alcanza fama, y es universalmente conocido, por el autómata que hizo el maharal de Praga, el Rabí Yehuda ben Betzabel Loew (1525-1609) para defender al barrio judío de la ciudad, el gueto de Josefov, del progrom que pretendía destruirlo y exterminar la comunidad israelita. El resultado de su aparición y actitud violenta e intimidatoria fue inmediato, cesando las persecuciones, pero según la tradición, cada 33 años el golem asoma su cabeza por una ventana a la que no se tiene acceso, como aviso de que en cualquier momento está dispuesto para actuar.
   En la Grecia clásica, Dédalo, el padre de la aviación, construyó el laberinto de Minos en Creta, invento el hacha y la sierra y dio movimiento a los xoanas, estatuas informes. Cuenta Alonso Fernández de Madrigal el Tostado (1410-1455) que Arnaldo de Vilanova (1242-1311) estaba fabricando un homúnculo mezclando orina, sangre y semen humanos putrefactos, y aunque no lo consiguió, sus trabajos iban muy adelantados; pero si parece que lo logró Theophrasto Paracelso (1493-141) basándose en los trabajos de Vilanova. También se achaca a San Alberto Magno (1193-1206) la fabricación de un autómata que hablaba y respondía a las preguntas que se le hacían. Otro golem famoso es la cabeza parlante construida por el Papa Silvestre II (945-1003), la cual respondía con un escueto sí, o no, a tenor de las cuestiones que le planteaban. El Asklepius habla de la construcción de estatuas, con barro y agua, a las que se les insuflaba el espíritu convirtiéndolos en seres vivientes, con capacidad de obrar benéfica o maléficamente.


  Ahora hemos prescindido del barro, del agua y del soplo (del aleph no se ha podido), sustituyéndolos por elementos mecánicos, circuitos electrónicos, sensores, software, microcontroladores, computadoras, tornillos, etc., fabricando seres virtuales capaces de meterse en un quirófano y realizar una operación quirúrgica. Y esta generación golemica sólo está en el principio.

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