Alberto Casas.
Vasco Núñez de Balboa, acompañado de su perro Leoncico (hijo del célebre Becerrillo que tenía paga de ballestero)
y por un grupo de 66 españoles, entre los que iba Francisco Pizarro y varios de
Huelva, como Pedro Martín de Palos, Juan de Beas, Juan García, Juan Gallego, y
Pedro Fernández, de Aroche, entre otros, descubrió la Mar del Sur, que también fue llamada
Lago Español, y Magallanes bautizó con
el definitivo de Océano Pacifico. Del evento de Vasco Núñez de Balboa levanta
la preceptiva acta el escribano Andrés de Valderrábano:
Y en martes veinte e cinco de aquel año de mil e quinientos trece, a las
diez horas del día, yendo el capitán Vasco Nuñez en la delantera de todos los
que llevaba por un monte raso, vido desde encima de la cumbre dél, la Mar del Sur…
El citado monte raso lo identifican con el actual Cerro Gigante. En la
relación el escribano explica que el descubridor, metiéndose en el agua hasta
las rodillas dio vivas a
Los muy altos e poderosos señores don Fernando e doña Juana, reyes de
Castilla e de León, e de Aragón, etc., en cuyo nombre e por la corona real de
Castilla tomo e aprehendo la posesión real e corporal e actualmente destos
mares e tierras, e costas, e puertos, e islas australes…
El acontecimiento, de suma trascendencia,
suponía la posibilidad del descubrimiento de nuevas tierras, de la explotación
de sus riquezas y el establecimiento de un puente marítimo con las islas de las
Especierías en las Indias Orientales. Asimismo, abría rutas para la exploración
de la costa occidental americana en la búsqueda de un paso que comunicara los
dos océanos, labor en la que también destacaron marinos de Huelva, como Andrés
Niño, Antón Martín y Alonso Quintero.
Con la fundación de Panamá comienzan
las expediciones marítimas del Pacifico, principalmente de las aguas que
bañaban las costas al sur de la
Castilla del Oro y que realizan navegantes, como
el Adelantado Pascual de Andagoya y, especialmente, el moguereño Bartolomé
Ruíz, uno de los 13 de la fama, el
verdadero descubridor del Perú y el primero que llevó a Panamá noticias del
fabuloso imperio de los Incas. Bartolomé Ruiz bojeó aquellas costas
cartografiándolas, siendo el primero también que atravesó la línea equinoccial del
Pacifico reconociendo el litoral norte del Arauco (Chile) y dando cuenta de la
existencia de una poderosa corriente que hoy se llama de Humboldt, exploración que más tarde continuó y completó el también
moguereño Juan Fernández Ladrillero, del que Andagoya dice en una carta que
escribió a Carlos V que es el hombre de
más verdad, ciencia y habilidad que había encontrado.
La conquista del Perú originó una
serie de conflictos entre pizarristas
y almagristas sobre los límites de
sus respectivas gobernaciones, enmarcadas en territorios tan amplios como poco
conocidos, situación que decidió al Emperador a nombrar al obispo de Panamá,
Tomás de Berlanga, para que arbitrara en tan enojosa cuestión. El obispo
fracasó en la misión encomendada por la intransigencia tanto de Pizarro como de
Almagro, pero ha pasado a la historia como el descubridor de las islas
Galápagos, el 10 de marzo de 1535.
Situadas en el Océano Pacífico y
atravesadas por la línea del Ecuador, latitud 0º y longitud 90º oeste, el
archipiélago, que también se llama de Colón, se halla a unas 600 millas del lugar más
próximo de la costa occidental suramericana. Formado por diecinueva islas principales
y más de 200 islotes e innumerables peñascos, se halla en un punto geográfico
que constituye una auténtica encrucijada de corrientes y contracorrientes que
hacen que su navegación, a vela, se convierta en una peligrosa aventura, tanto
a la ida como a la vuelta, aunque todo indica que hasta ellas llegaran algunas
expediciones precolombinas que no se asentaron por sus nulas condiciones de
habitabilidad al carecer de agua potable, de tierras cultivables y de minas
productivas, circunstancias a las que se añaden una intensa actividad volcánica
y los accidentes meteorológicos que cubren las derrotas de ida y retorno.
El obispo Berlanga remite al
Emperador un detallado informe del descubrimiento, en el que explica como las
naves se engolfaron arrastradas por los alisios
del nordeste y la corriente surecuatorial,
que puede alcanzar los 3 nudos de velocidad, hasta que divisaron las islas
en las que recalaron con grandes dificultades. Al efectuar los correspondientes
cálculos náuticos hallaron con sorpresa que se habían alejado de la costa unas
600 leguas. La vuelta hacia tierra firme constituyó un prodigio de pericia del
piloto que maniobró hasta meterse en la corriente ecuatorial que corría hacia el este. Berlanga las describe como pobladas
por lobos marinos e tortugas e galápagos
tan grandes que llevaban cada uno un hombre encima, e muchas iguanas que son
como sierpes.
Sin
embargo, este descubrimiento pasó casi desapercibido por las causas
mencionadas, por lo que durante mucho tiempo sirvieron de refugio de piratas y
de balleneros que fueron dando nombre a cada una de las islas, que enumeradas de mayor a menor, según su extensión
territorial:
Albermarle, Indefatigable, Narborough,
James, Chatham , Charles, Bindloe, Hood, Abingdon,
Baltra, Barrington , Duncan ,
Tower, Jervis, Mosquera, Wenman, Brattle, Bartolomé, Darwin .
El estudio de la fauna y flora de
estas islas fueron determinantes en la elaboración de las teorías de Darwin,
que las visitó en 1835 durante su periplo a bordo del Beagle, mandado por el capitán Fitz Roy..
Con motivo del IV Centenario del
Descubrimiento (1892), que se celebró en Huelva, el gobierno del Ecuador
decidió y aprobó una nueva titulación de las islas Galápagos, homenajeando la
gesta colombina, que desde entonces es la siguiente:
Isabela, Santa Cruz, Fernandina, San
Salvador/ Santiago, Cristóbal, Santa María, Marchena, Española, Pinta, Baltra,
Santa Fe, Pinzón, Genovesa, Rábida, Seymour Norte, Wolf, Tortuga, Bartolomé,
Darwin.
En
1981, la Unesco
las declaró Patrimonio de la
Humanidad.
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