jueves, 20 de junio de 2013

MANUEL GODOY


Alberto Casas.

            Choricero, ignorante, inculto, ladrón, incompetente, traidor y toda clase de perlas del mismo o peor estilo son los atributos que se han aplicado a uno de los personajes más sorprendentes y polémicos de la Historia de España: el hidalgo extremeño Manuel Godoy y Álvarez de Faria Sánchez Ríos Zarzosa, nacido el 12 de mayo de1767 en la calle Santa Lucía de Badajoz y que, en plena juventud, se convirtió en el hombre más poderoso de la nación, política, militar y  nobiliariamente, facetas en las que sólo era superado por el rey, Carlos IV.

   A los veinticuatro años ya era Consejero de Estado y poco después, sustituyendo al conde de Aranda, es elevado al cargo de Primer Secretario de Estado y del Despacho, ocupando sucesivamente los puestos de Secretario de la Reina, presidente del Consejo de Estado y Decano del Consejo de Estado. Con veinticinco años ascendió a Sargento Mayor de la Guardia de Corps con grado de Teniente General, y en los años siguientes va siendo promovido a Capitán General, Generalísimo de los ejércitos de Mar y Tierra y Gran Almirante General de España e Indias con tratamiento de Alteza Serenísima. A los veintitrés años fue investido Caballero de la Orden de Santiago, más tarde Gentilhombre de Cámara de Su Majestad, se le nombra Caballero de la Gran Cruz de Carlos III, se le concede el título de duque de Alcudia y Grande de España de primera clase y, además, el Gran Collar del Toisón de Oro.
   En reconocimiento a su gran labor en el Tratado de Basilea, firmado el veintidós de julio de 1795, en el que se concierta la paz entre Francia y España, el 4 de septiembre del mismo años se le otorga el título de Príncipe de las Paz; se le nomina duque de Sueca, Barón de Mascalbó, Comendador de Valencia del Toboso y El Aceuchal, Super Intendente de Correos y Caminos. Portugal lo enaltece con la Gran Cruz de la Orden de Cristo,  y el 18 de diciembre de 1829 el papa Pío VIII le confiere el título de Príncipe de Bassano. Para remate, con el fin de apartarle de su escandaloso y público amancebamiento con la jovencísima gaditana Pepita Tudó (Josefa Francisca de Paula de Tudó y Caytaalán), de quien se aseguraba que era la maja desnuda de Goya, los reyes le propusieron el matrimonio con la condesa de Chinchón, doña María Teresa de Borbón, hija del Infante don Luís, hermano de Carlos III, y por lo tanto prima hermana del rey. Godoy accedió, celebrándose la boda en El Escorial el 2 de Octubre de 1797; de esta unión nació una hija, Carlota, a la que la madre abandonó por ser hija de un monstruo. A la muerte de su esposa en 1829, Godoy contrae nupcias con su amante, Pepita Tudó, para la que en 1807 había logrado los títulos de condesa de Castillofiel y vizcondesa de Rocafuerte.

   Todos estos honores, dignidades, cargos, privilegios, fasto y opulencia le convirtieron en el hombre más admirado, pero también el más envidiado y odiado; el más adulado y convidado, pero también el más ferozmente criticado, acusándosele de ser el responsable máximo y único de todos los males habidos y por haber causantes de la ruina de España, funesta fama que caló en el pueblo a través de una bien organizada campaña difamatoria dirigida por influyentes personajes, como el padre Muriel, el conde de Toreno y otros a los que había protegido y amparado, entre ellos Jovellanos y Cabarrús.
   En cuanto a su  supuesta y malsinamente difundida incultura e incluso analfabetismo, la realidad es que recibió una esmerada educación que le permitió ser admitido, a los diecisiete años, en el Cuerpo de Guardia de Corps, destinado a la custodia y salvaguardia de la familia real, eligiéndole el destino para que en el trayecto de La Granja a Segovia, fuera el que con arrojo y decisión evitara que su caballo desbocado ocasionara un grave accidente a la carroza que transportaba a la real pareja que mostró su deseo de mostrarle su agradecimiento personalmente. En este encuentro, los reyes fueron ganados, no sólo por la agraciada presencia del joven guardia de corps y su apostura, sino, especialmente, por sus criterios sobre la difícil situación política del país que decidió al rey a mantenerlo a su lado como hombre de confianza, convencido de su inteligencia, ecuanimidad de sus criterios y de su lealtad.

   De sus tan traídas y llevadas relaciones amorosas con la reina, cada vez se duda más de que existieron tras un serio trabajo de investigación histórica, como el análisis riguroso de la abundante correspondencia casi diaria entre ambos, en la que no aparecen indicios, sugerencias o insinuaciones que permitan asegurarlas, entreverlas o sospecharlas, siendo mayoritaria la opinión de que son el fruto de la calumnia urdida por uno de los reyes más nefastos de nuestra historia, Fernando VII,  quien en pasquines y folletos se encargó de pregonar que la meteórica carrera de Godoy se había sazonado bajo el calor de las reales sabanas de su madre, la reina María Luisa (la de los brazos bonitos), con el consentimiento de su padre Carlos IV al que define bobo y cornudo.
   El omnipotente Príncipe de la Paz, del que Napoleón decía que era “el verdadero rey”, después de sufrir prisión (Villaviciosa de Odón  y Bayona), continuas vejaciones y destierros, Marsella, Roma y Pésaro, pudo recalar finalmente en Paris. Tuvo la satisfacción de que el Tribunal Supremo, en 1840, dictaminara que en su conducta no se apreciaba ninguna clase de delito y que en 1849 Isabel II decretara su total rehabilitación y correspondiente devolución de sus títulos y bienes, que nunca le entregaron. La Tudó le abandonó en 1834, trasladándose a Madrid donde falleció, en 1869, a los 92 años de edad.
   Manuel Godoy murió en París, casi en la miseria, el 4 de Octubre de1851. Sic transit gloria mundi.

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